De la participación ciudadana a la gobernanza participativa
De la participación ciudadana a la gobernanza participativa
Por José Luis Ulloa O., geógrafo y Juan Carlos Santa Cruz G., Dr. en Políticas Territoriales. Chillko Consultores.
Fecha publicada: 28 Octubre, 2022

En el primer semestre del 2022, se retira del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) un cuestionado proyecto inmobiliario llamado “Loteo Mirador del Alto”, que pretendía urbanizar el Santuario de la Naturaleza en la Península de Hualpén. Una de las principales causas del desistimiento del titular, parece haber sido la gran presión ejercida por la comunidad llamada “Salvemos el Santuario”, que reconoció en este proyecto una seria amenaza para la biodiversidad y para las actividades que desde hace décadas ahí se realizan.
Este precedente nos invita a reflexionar respecto de las miradas dicotómicas que han habido sobre una larga lista de proyectos, por un lado, de las necesidades e inquietudes de las comunidades que habitan estos territorios; y por otro, de los intereses de quienes buscan ejecutar dichos proyectos a cualquier costo. El proyecto “Loteo Mirador del Alto” y la campaña en su contra, no sólo marca un hito de manifestación ciudadana, sino que también es un referente que muestra cómo una comunidad organizada es capaz de hacer valer sus legítimos intereses, por sobre inversiones millonarias.

Juan Carlos Santa Cruz G., Dr. en Políticas Territoriales.
La participación comunitaria juega un rol clave para abordar y resolver este tipo de conflictos de interés. Es por tanto, un aspecto crítico donde las empresas consultoras deberían concentrarse y redoblar sus esfuerzos, para lograr crear caminos de confluencia entre las comunidades locales y los proyectos. Entendiendo, que desde hace un buen tiempo existe una visible desconfianza en la población, hacia grandes proyectos externos de inversión con impacto territorial. Un claro ejemplo de ello, fue lo ocurrido con HidroAysén en 2011 y que se ha replicado en más de una ocasión en distintas localidades del país. Donde ha sido más efectiva la manifestación en las calles y RRSS, que los propios mecanismos de participación diseñados por el Estado para que las inquietudes de las personas sean escuchadas.
La participación ciudadana debe ser replanteada. Debe poder considerar correcciones hechas por la propia comunidad. La campaña Salvemos el Santuario, entre otros elementos, menciona como uno de los tantos problemas, era el alto nivel técnico con que los proyectos se dan a conocer. Un lenguaje ajeno, que parece exigir un alto nivel de conocimiento en una población que, por lo general, está alejada de esos tecnicismos.

José Luis Ulloa O., geógrafo.
Pero también, un aspecto crítico es que la Participación Ciudadana es obligatoria sólo en plazos tardíos; es decir, cuando el proyecto ya se encuentra diseñado, ingresado y admitido para evaluación en el SEIA. Lo cual se traduce, quizás, en el punto más relevante: dicha participación no es vinculante y la incorporación al proyecto de las observaciones realizadas por los habitantes quedan a criterio de las empresas titulares.
La llegada del Hidrógeno Verde como elemento de transición energética, con todo su enorme potencial de transformación, no queda ajeno a las problemáticas anteriormente mencionadas. No bastará con mencionar lo amigable que es con el medioambiente, ni su contribución a la disminución de las emisiones de Co2 con las que aporta al desarrollo sustentable. Es necesario que con esta apertura a nuevas energías, también se desarrollen nuevas herramientas que permitan articular los vínculos necesarios con las comunidades locales. Para que las empresas se mantengan a la vanguardia, incorporando la participación comunitaria en su toma de decisiones.
Los proyectos, cualquiera sea su naturaleza, que sólo ajusten sus técnicas de participación a lo mínimo establecido por el SEIA, difícilmente lograrán evitar futuros conflictos. Debemos superar los estrechos límites que exige la legislación, y avanzar hacia una gobernanza participativa. Siendo crucial, procurar estudiar la complejidad del territorio, desde una perspectiva integral, con respeto por sus comunidades. Pues no sólo permite reducir el riesgo de conflictos, con todas las externalidades negativas que con ello se evitan; sino que también se reduce el gasto innecesario de recursos en proyectos con una alta probabilidad de fracaso.