Estrategia norteamericana de H2V comienza a tomar forma gracias a una ambiciosa hoja de ruta

Estrategia norteamericana de H2V comienza a tomar forma gracias a una ambiciosa hoja de ruta

Por Paul Day, Reuters Events.

Fecha publicada: 27 Julio, 2023

Los planes de Estados Unidos para crear una industria limpia del hidrógeno van tomando forma tras la publicación de una ambiciosa hoja de ruta, aunque los analistas advierten de que su éxito depende de cómo se aplique.

El gobierno estadounidense aprobó una serie de medidas destinadas a crear una economía del hidrógeno de bajas emisiones, como la Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo de 2021, que incluye 8.000 millones de dólares para proyectos de hidrógeno, y la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de 2022, que ofrece generosos incentivos fiscales.

En julio, el Departamento de Energía publicó una solicitud de información (RFI) para invertir unos 1.000 millones de dólares para estimular el lado de la demanda de la ecuación del hidrógeno, en reconocimiento que indica que para que la industria tenga éxito, debe haber “offtakers” además de productores.

Existen oportunidades estratégicas para producir anualmente 10 millones de toneladas (MT) de hidrógeno limpio en 2030 -con una intensidad de carbono inferior a 4 kg de CO2/kg de hidrógeno-, 20 MT en 2040 y 50 MT en 2050, según la “Estrategia y hoja de ruta del hidrógeno limpio en Estados Unidos”.

“El informe pretende ser una estrategia viva que ofrezca una instantánea de la producción, el transporte, el almacenamiento y el uso del hidrógeno en Estados Unidos en la actualidad, así como una evaluación de la oportunidad de que el hidrógeno contribuya a los objetivos nacionales de descarbonización en todos los sectores durante los próximos 30 años”, dice la hoja de ruta en la introducción.

Su objetivo es conseguirlo a través de tres estrategias clave: centrarse en usos estratégicos y de gran impacto para el hidrógeno limpio; reducir su costo y centrarse en las redes regionales. La estrategia también subraya que las actividades incluirían la colaboración entre múltiples agencias federales, así como con la industria, el mundo académico y los grupos ecologistas.

Recepción positiva

La estrategia fue bien recibida por los analistas. “Creo que es muy completa y reconoce las oportunidades que existen, pero también los retos actuales y futuros, tanto para el gobierno como para la industria”, afirmó Héctor Arreola, analista principal de Wood Mackenzie.

Sin embargo, aunque Arreola aplaude la orientación general del plan, cree que el ritmo al que se espera que se desarrolle es demasiado optimista en las condiciones actuales. “A corto plazo, es decir, hasta 2030, con un objetivo de 10 toneladas anuales, no creemos que el sector vaya a conseguirlo”, afirmó.

“Para que un determinado volumen esté en línea en 2030, los proyectos tienen que haberse anunciado ya. Las matemáticas son muy sencillas y, para alcanzar el objetivo, necesitamos ver los proyectos, cosa que no estamos viendo”.

Wood Mackenzie prevé que la adopción cobrará impulso a partir de 2040 y que la producción de hidrógeno limpio alcanzará las 38 toneladas anuales en 2050.

Según la consultora, esto se debe principalmente al costo de la energía renovable, al factor de carga del electrolizador y a un lento descenso de los gastos de capital para el hidrógeno electrolítico, que se prevé que ronden los 1.600 $/KW en 2030.

Suministro de hidrógeno bajo en carbono en EE.UU.

Fuente: Wood Mackenzie.

Fuente: Wood Mackenzie.

Las incertidumbres sobre la adicionalidad, la correspondencia temporal y la geolocalización en los cálculos de intensidad de carbono podrían afectar sustancialmente al nivel de subvenciones a la producción y, en consecuencia, a la tasa de adopción, afirma Arreola.

Por el lado de la demanda, la estrategia señala que el hidrógeno debería adoptarse inicialmente allí donde pueda reportar mayores beneficios económicos y potencial de descarbonización, como las industrias que ya utilizan hidrógeno producido a partir de combustibles fósiles, como el amoníaco limpio, el metanol, la producción de acero y el combustible de aviación sostenible, SAF.

“Se están confirmando muchas inversiones para el refinado, para el amoníaco, para el metanol, industrias que desean convertir su actual demanda de hidrógeno de alta densidad de carbono y sustituirla por hidrógeno bajo en carbono. Ahí tiene sentido económico”, afirma Arreola.

Incertidumbre permanente

La falta de grandes proyectos de hidrógeno confirmados, más allá de los muchos Power Points y estrategias en PDF que han inundado las empresas en los últimos dos años, es un reflejo de la continua incertidumbre sobre cómo y en qué circunstancias se asignarán las subvenciones.

Sin embargo, la empresa de servicios profesionales Deloitte, que ha ayudado a asesorar a las empresas en la perspectiva de desarrollar una economía basada en el hidrógeno de baja intensidad de carbono, afirma que las empresas están trabajando duro para asegurarse de que están preparadas tanto para el consumo doméstico regional como, en algunos países, para la exportación.

“Por ahora, el reto al que todos se enfrentan es crear una propuesta financiable para llegar a la Decisión Final de Inversión (FID) en los proyectos que han anunciado o en los que han empezado a trabajar. Y aún estamos lejos de eso”, dijo Geoff Tuff, jefe de la división de hidrógeno de Deloitte US.

Las empresas quieren demostrar que pueden llegar a la FID, incluso en proyectos a pequeña escala, e iniciar la producción, y añade que, aunque todavía no existe una industria masiva de hidrógeno limpio, la oportunidad está ahí. “En general, se reconoce que las subvenciones son buenas, pero que la forma de administrarlas es compleja; quizá no merezca la pena ralentizar y complicar las cosas mientras los demás empiezan a producir”.

Los mil millones de dólares disponibles para estimular la demanda son una gota de agua en el océano comparados con lo que acabará necesitándose, pero la economía de los proyectos existentes es lo bastante ajustada como para que cada céntimo por kilogramo pueda marcar la diferencia, afirmó. Construir un sector del hidrógeno partiendo prácticamente de la nada exigirá que los líderes trabajen en la gestión de riesgos de formas distintas, en la firma de contratos de maneras distintas y en la consideración de los ciclos de vida de los activos de maneras distintas.

“Una de las conclusiones a las que hemos llegado tras todo nuestro trabajo en este campo es que el hidrógeno limpio ya no es un problema tecnológico. Es un problema de modelo de negocio”, afirmó Tuff.

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